EL RECUERDO DE ISIDRO

22.05.2023

EL RECUERDO DE ISIDRO

Por: ARAR

Ilustración: Leticia Espinoza

Rosa tenía veinte años, era una joven guapa e inteligente, que vivía en un rancho, sin embargo, la pobreza, el desprecio e indiferencia de sus familiares, la orillaron a migrar, se fue a trabajar a Aguascalientes, ahí ella vivía con su hermana mayor y su cuñado, también con su hermanita, la menor.

Empezó a trabajar en el mercado en un puesto de verduras, cuando tenía unos meses trabajando conoció a un muchacho llamado Isidro, muy guapo, de ojos de color verde y piel blanca con cabello chino de su misma edad, se agradaron uno al otro y después de unos días se hicieron novios, durante dos meses salieron, se conocieron, estaban muy bien.

Un día, cuando Rosa salió un día de trabajar, se fue para su casa, pero no se encontraba su hermana, ella entró a la casa como siempre, se metió a bañar y se salió al porche a fumar un cigarro, al llegar su cuñado le preguntó: ¿tu hermana dónde está?, ella le contestó que en el rancho con su mamá. Él se acerca con ella y le pide un cigarro, y al acercarse a Rosa con el pretexto de tomar el cigarro intenta abusar de ella.

Rosa se defiende como puede y lo golpea en la cabeza con una grabadora, se zafa de él y se va corriendo con una amiga, le cuenta lo que le había pasado y le permite quedarse en su casa. Al día siguiente Rosa le cuenta a su hermana lo que había pasado, pero ella no le cree, Rosa le cuenta a Isidro, porque ella se sentía muy mal y muy triste.

Él le dio su apoyo incondicional y ella le dijo que tenía que regresarse para su rancho, él le dijo que no. Luego le preguntó si se iba a vivir con él, pero Rosa le dijo que ella todavía estaba muy chica para casarse y él le dijo que no se iban a casar, que era para que no se regresara para su rancho, porque la quería de verdad. Ella dudó, pero tenía dos opciones, irse con Isidro o irse con sus padres, a los cuales no les importaba lo que ella hiciera, entones aceptó la propuesta de Isidro.

Llevaban una vida muy bonita, ella siguió trabajando, luego decidieron hacer una vida de pareja, Rosa se embarazó y ya no pudo ir a trabajar, Isidro la trataba muy bien, se entendían, se querían, se cuidaban el uno al otro. De esa relación nacieron dos hijas, no esperaban que algo malo pasara, pero un día Isidro le levantó la mano a Rosa, queriéndola golpear porque no le quiso lavar los tenis, ella pensaba que era su mujer, no su chacha.

Rosa se enojó mucho, tomó a sus dos niñas y se fue para su rancho con sus papás, a los tres días Isidro le habló por teléfono para pedirle perdón. Rosa era muy orgullosa y le dijo que no lo perdonaba, él le dijo que estaba bien, que solo quería ver a sus hijas. Ella le dijo que podía verlas cuando quisiera, él dijo que iría el fin de semana a verlas, pero nunca llegó.

Ese fin de semana Isidro se fue a trabajar, por la tarde se puso a beber alcohol con su concuño en el mercado, antes de ir al rancho a ver a sus hijas, cuando ya era de tarde Isidro le dice a su concuño que lo lleve a el rancho y el acepta, como iban tomados, sufrieron un accidente automovilístico.

Rosa se decepcionó de Isidro, si saber lo que había pasado, porque ella ya había pensado en darle una oportunidad, al día siguiente el papá de Rosa le dice: -vamos a Aguascalientes hija-. Rosa le contesta a su papá: - pero por qué vamos a ir- el solo le dice que arregle las niñas y se apure.

Todo era muy extraño para Rosa porque nadie le decía nada, de camino llegaron por los papás del cuñado de Rosa, ella preguntaba, pero nadie decía nada, todo el camino iba en silencio. A mitad de camino había un municipio que pertenece a Aguascalientes, ahí hacen un parado en la caseta de policía. Ella se baja y escucha la conversación de su padre con un oficial:

-Eran dos jóvenes, uno está en el hospital y el otro falleció.

- ¿Me puede decir cuál falleció?

-No sabemos los nombres, solo sabemos que tenía unos tatuajes en los brazos.

Al escuchar la descripción del fallecido, Rosa se da cuenta de que se trataba de Isidro y se desmaya, cuando vuelve en sí ya iban de camino otra vez. Las niñas de Rosa solo la veían y preguntaban qué pasaba, Rosa con un nudo en la garganta no sabía cómo decirle que su papa había fallecido.

Para la mala suerte de Rosa cuando llegaron a la casa de los padres de Isidro la suegra le dice- tu eres la culpable de que mi hijo esté muerto, vete, no te quiero aquí- y corrió a Rosa de la casa. Sin embargo, su suegro la apoyó y entre llantos esperaron el cuerpo de Isidro.

Rosa entró en crisis, quería sacar a Isidro del ataúd, estaba enojada con él por haberla dejado sola con dos hijas, sí él sabía muy claro que ella no tenía con quien contar más que con él.

Llegó la hora de dormir, pero Rosa lo único que deseaba era que Isidro despertara, no asimilaba lo que había sucedido, se pasó toda la noche junto a el ataúd culpándose por lo que estaba pasando y regañando a Isidro por haberla dejado. Cuando pudo, tomó fuerza y cargó a sus niñas para que se despidieran de su padre.

Rosa estaba destrozada porque ya no iba a volver a ver a Isidro, no quería aceptar lo que estaba pasando, no quería que se llevaran el cuerpo de Isidro, cuando el sepelio terminó regresaron a la casa de los suegros de Rosa, no sabía lo que iba a pasar con ella y con sus hijas, su suegra le ofreció que se quedara con ellos.

Se quedó a vivir tres meses con los suegros, pero empezó a tener problemas con un cuñado y ella tuvo que regresar con sus padres, aunque sabía que con ellos no contaba porque tampoco antes la habían apoyado.


***

Rosa les dejó encargadas a sus hijas a su madre para poder trabajar, pero ésta siempre le echaba en cara lo que sus niñas se comían, aunque ella también le daba a su madre para los gastos. Su madre maltrataba a las pequeñas, hasta que un día la hermana menor de Rosa se dio cuenta de lo que su madre hacía con las niñas, y la invitó a vivir con ella a la ciudad de Monterrey. Rosa aceptó, ella le ayudó a meter a sus niñas en una guardería para que pudiera trabajar y así poder sacar adelante a sus hijas.

Un año después del fallecimiento de Isidro, Rosa conoció a otro hombre, se fue a vivir con él, se embarazó y las cosas empezaron a cambiar, él se volvió posesivo y golpeador.

Al cumplir tres años juntos, la golpeó tan fuerte que la dejó tirada en la cocina, cuando él se metió a bañar, Rosa fue al cuarto, agarró las llaves y cincuenta pesos, supo de un refugio para mujeres víctimas de violencia y durante cuatro meses estuvo a salvo en la misma ciudad, pero al egresar todo se complicó.

Se fue al rancho en Aguascalientes, nada había cambiado, era la misma indiferencia, no sentía apoyo de nadie, su expareja la demandó y le quitó a la niña que habían tenido juntos. Tuvo que volver por chantaje, ese hombre la trataba mal y de nuevo surgieron lo golpes, después de tres años nuevamente quedó embarazada de un pequeño, y quince días antes de que naciera el niño, nuevamente la golpeó y fue a parar a la cama de un hospital, ahí dijo que se había caído por temor a su agresor.

Rosa intentó dejarlo, y aunque lo denunció, las autoridades nunca le hicieron nada, al regresar la quiso golpear nuevamente, la mayor de sus niñas la defendió, pero casi cae por las escaleras cuando el hombre la pateó. Rosa tomó un martillo y le abrió la cabeza, en ese momento sintió miedo y lastima, no lo dejó, se quedó para curarlo.

Los padres de Rosa cuidaron a sus hijas, entendieron que no era un lugar seguro para ellas, Rosa se quedó con sus dos pequeños. Después de algunas separaciones, ella regresó a Monterrey, aquel hombre ya no la golpeaba, solo eran insultos, pero seguía minimizándola, y cuando eso no fue suficiente, siguió maltratando a su propia hija.

El hombre con el que pensó rehacer su vida, también estaba dañando a su hija y decidió pedir ayuda, un día encontró en Facebook la Fundación Anabela de España, y por medio de las redes de refugios para mujeres en México, la contactaron con la Fundación Luz y Esperanza, ubicada en Saltillo Coahuila.

Su propia suegra le dio dinero para pasajes, y un día que su agresor se fue a trabajar, escapó. Sacó la carne del congelador, la puso sobre la mesa y le compró tortillas calentitas para que cuando llegara él comiera.

Sonríe cuando recuerda que hasta le dejó tortillas a su verdugo, en el refugio aún recuerda a Isidro, le sigue reclamando su partida, piensa en todo lo que ha pasado, pero se siete seguros, se siente capaz de salir adelante junto con sus hijas, con toda su familia, porque siempre estaban alejadas.

Rosa sueña con salir y poner un negocio de productos químicos de limpieza y dulces para las niñas, pero sobre todo estar con sus hijas e hijo, porque ahora que conoció sus derechos en el refugio, piensa hacerlos valer, piensa darse su tiempo, su espacio, para seguir aceptándose y seguir creciendo como mujer, más allá del recuerdo de Isidro o de los hombres que la han maltratado.



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