El papanicolau que me salvó la vida

01.11.2019

Por: Maribel Sánchez

Hace varios años escuché en alguna campaña rosa la frase "prevención del cáncer" y me llamó mucho la atención. Uno cree que se puede prevenir no fumando, llevando una buena alimentación, una vida saludable en general, pero hay una forma mucho más efectiva de prevenir el cáncer.

Resulta que octubre es el mes mundial de la sensibilización y lucha contra el cáncer de mama, pero también del cáncer cérvico uterino, los dos principales males que en silencio afectan a las mujeres.

Quiero hablarles del cáncer de cuello uterino. En México, es la segunda causa de muerte en las mujeres, y hace 5 años casi formo parte de esa estadística.

Por aquella época, yo quería embarazarme y acudía con regularidad a mi ginecólogo. Fue en una de esas consultas en las que me realizó el papanicolau. Normalmente, cuando llegan los resultados y confirman que existe alguna alteración, el médico tiene la obligación de avisarte inmediatamente. En mi caso no ocurrió porque el muy cabrón no los leyó, y yo ya tenía una lesión en el cuello de mi útero.

Tres meses después de esa revisión, volví a consulta por mi propia cuenta para seguir mi monitoreo para el posible embarazo. Cuando revisa mi expediente, me dice: "Ah, aquí tengo tus resultados del papanicolau", abrió el sobre, que desde hace tres meses le había enviado el laboratorio, y nos cayó la sorpresa.

En ese momento, a f inales de junio de 2014, el diagnóstico fue: Neoplasia Intraepitelial Cervica (NIC) fase 1. Sin embargo, como ya les escribí, el estudio se había hecho un trimestre atrás, de tal manera que, después de mentarle la madre y buscar un especialista, para una biopsia posterior, ya había avanzado a la fase 3, solo una antes del cáncer.

Gracias a Dios, al universo y todo lo bueno que se pudo conjuntar en aquel momento estuve a tiempo de prevenir el cáncer. Sí, porque lo que siguió fue una cirugía de cono, que consistió en extraer un pedazo del cuello de mi útero con bisturí láser. Justo ahí, en donde se concentraban las lesiones.

Incluso, el doctor me dijo, "esto es un cáncer in situ", es decir, como la semillita que ya está plantada, pero aún no crece. Entonces, mi manera de prevenir el cáncer cérvico uterino fue, primero, con un sencillo procedimiento como el papanicolau, y luego con una cirugía. Gracias a esto, el cáncer no se desarrolló ni invadió mi cuerpo.

Por eso, quienes siguen mis redes sociales, verán que es muy común que les recuerde la importancia de hacerse los exámenes de detección y prevención de cáncer, porque un papanicolau a tiempo puede salvar la vida. Tiene que ser al menos una vez al año, porque créanme, un año antes yo estaba completamente sana.


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